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DIARIO DE UN NIÑO FUTBOLISTA (II)


DIARIO DE UN NIÑO FUTBOLISTA (2): LOS PADRES CANTINEROS



Hoy vi publicada la segunda entrega del "diario de un niño futbolista" en un periódico canario. Un comentario anónimo decía en la primera entrega que se notaba que no era un niño el que escribía. El inteligente y perspicaz lector me hizo pensar bastante y me puse en contacto con el autor ... y tenía toda la razón, no es un niño.
Ayoze David Rodríguez Hernández es quien relata en forma de diario experiencias que niños viven a menudo en sus carnes, historias basadas en hechos reales y que su teclado convierte en publicaciones necesarias no solo en las hermosas Islas, aunque en las mismas es costumbre relatar hechos que en otras partes también suceden pero se dejan en segundo plano aunque parecen surgir brotes verdes en la información de hechos lamentable. El autor me da permiso para reproducir sus escritos y agradeciendo el detalle, abajo queda el mismo no sin antes recordar que solo el que se siente aludido puede tener un problema grave, su hijo evidentemente lo tiene y lo peor es lo que le espera si no se admite la "enfermedad".

“Después de un tiempo sin escribir, hoy vuelvo a abrir mi pequeño diario para contarte lo que estoy viendo hacer a mis padres y a los de otros compañeros. Para empezar tengo que decir que mi padre me lleva a todos los entrenamientos caminando. Cuando llegamos, él siempre va para la cantina mientras que yo voy con el resto de compañeros. Hasta ahí todo normal el problema está cuando acaba el entreno.


Cuando acabo de entrenar voy en busca de mi padre para ir juntos a casa, pero nunca lo encuentro por la grada sino en la cantina. Al llegar a su lado lo veo con una cerveza en la mano, hablando con otra gente mayor entre risas y yo diría que algo borracho. Entonces me dirijo a él y le comento que ya he acabado y que ya podemos irnos. Mi padre al verme siempre me repite lo mismo ¡Qué pronto acabaron hoy! ¡Ahora nos vamos deja que papi acabe de hablar con este señor! Haga frío, llueva o este soleado, yo voy con mi ropa empapada de sudor a sentarme a esperar a que mi padre decida irse
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